La niñez y la adolescencia son etapas decisivas en el desarrollo personal de cualquier individuo, durante los cuales se produce un crecimiento físico, conductual, emocional, cognitivo, social y de la personalidad. Períodos donde deben superarse logros, vivir situaciones nuevas a las que adaptarse, aprender a desarrollar conductas y relaciones adecuadas socialmente. Este desarrollo está íntimamente relacionado con los procesos educativos y de socialización dentro de la familia y amigos.
La forma de enfrentar las dificultades, la imagen que tenga el menor de sí mismo, problemas familiares o escolares…pueden dar lugar al desarrollo de algún trastorno psicológico.
La familia suele ser la primera en detectar cuando un problema sobrepasa los límites de lo considerado normal, cuando su frecuencia e intensidad son excesivas, cuando comienza a afectar al desarrollo familiar, social o escolar del menor, manifestaciones exageradas de enfado, miedo, tristeza o ansiedad…son algunos de los indicadores de que hay algún problema.